Tenga la bondad de prestarme atención que lo que voy a decir es importante. Hoy decidí ser anónimo y contar las experiencias de mi otro yo en este blog. No espere encontrar aquí algo en qué entretenerse ya que este espacio fue concebido para pasear las más oscuras y recónditas pasiones de aquel ser que se esconde detrás de las posturas del ciudadano común y corriente incapaz de someterse al juicio de los demás y temeroso del qué dirán y de la notoriedad que proporciona el alzar la voz y decir lo se piensa.
Mi otro yo, el que mira detrás de mis ojos, el que no duerme, el que escribe mucho más de lo que habla, vivirá en este espacio virtual para no vivir en el mundo real pues es peligroso y atenta contra el bien común y el sumak kawsay. Lo encerré por impostor y lo condené a existir solo en las nocturnas letras que afloran de su alma innoble, indolente, maquiavélica y menesterosa. Debe saber, estimado lector, que la impostura abunda en su prosa y la altisonancia reina en su verso, y no le importa usar palabras especialmente escogidas para su verborrea fácil y embustera.
Pedófilo frustrado, impotente, barcelonista y eterno buscador de pornografía de la más baja calaña. Todas estas características han hecho de mi otro yo un ser despreciable y lastimero (especialmente por lo de barcelonista) carente de todo sentido de la vergüenza propia y provisto de una caretuquez solo comparable al tamaño de su ego. Sin embargo también posee inteligencia e intuición, lo he escuchado advertir sucesos que luego se cumplen sin que pueda explicarme el por qué de su casi infalible visión. también hace las veces de vengador anónimo de los perros y gatos maltratados y cumple a cabalidad lo dispuesto en el tratamiento para el Trastorno de Identidad Disociativo.
Mi otro yo es dueño de su impostura y no tiene empacho en escribir sandeces. Calcula bien su siguiente golpe cuando aún no termina de asestar el anterior, es un ruin que no teme a la otra vida, se conforma con esta y por eso la vive como si fuera el última. Mi otro yo no tiene nombre o no ha querido decírmelo, quizá lo sepamos con el transcurrir de los días o en alguno de los textos que quiera escribir este engendro, parte de mí pero tan distinto también.
No lo lea, a menos que quiera ver hasta donde llega. ..
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