Un día te descubres solo, viviendo por el día a día y miras tus sueños lejanos. Aún no logras encontrar la vínculo entre lo que haces ahora y lo que esperas conseguir en el futuro. Es como que todo eso que esperas ser, de repente solo se aleja y tú, desde la comodidad de tu trabajo con buen sueldo y tu vida de soltero, le dices adiós sin poder hacer nada por detenerlos.
Tienes una novia de años a la que ya no deseas. El sexo se va convirtiendo poco a poco en una prescripción de medicina que hay que tomar para no morir. Buscas salir y divertirte pero no es lo mismo, ese ser melancólico y pueril que siempre has sido a veces te impide disfrutar de una noche de parranda de las buenas. Todos saben que eres aburrido por eso no te llaman a invitarte a ningún lado, más aún que no tomas y no manejas !no sirves ni para eso! te dicen los amigos más entrañables, y tú sonríes pero sabes que tienen razón, aunque no te importa mucho en realidad. Los días transcurren normales, rutinarios, llenos de esfuerzo dedicado a causa ajena (así entiendes el trabajar para alguien más, aunque no te animas a empezar por cuenta propia) y de noches de estudio. Todo marcha bien, pero tú no eres eso. Tú vida carece de aventura, de espontaneidad y eres lo suficientemente vago como para no hacer nada para que cambie, pero aún te queda el internet.
Entonces decides ser anónimo, inventar un nick, buscar una vida en internet que te de un poco de lo que la vida real nunca te dio. Intentas en la vida virtual no tener los complejos con los que la vida real te tortura. Te dibujas regio, seguro, empresario importante, guapo, enamorador y en realidad no eres más que la obra del esquizofrénico que figura en tu cédula, el frankenstein de quien prefirió inventar un ser inexistente antes que buscar convertirse en él. Y todo empieza a tener sentido cuando descubres que ese otro yo tiene algo de ti, pero no tiene miedo y crees que por eso es mejor. Te enamoras de él, prefieres ser él por momentos, solo en tu habitación de soltero. Creas circunstancias, buscas chicas en el chat, le pones el nombre que siempre quisiste tener y empiezas a vivir a partir de un mail que no es el tuyo, un blog que no es el tuyo y a crear una historia que no es la tuya pero que es mejor y más atractiva.
Y así conoces personas, llegas a quererlas sin conocerlas, descubres que se puede llegar a sentir algo por quien ni siquiera conoces personalmente. Empiezas a escribir y descubres que escribir sin la pesada carga de tu identidad es un proceso liberador. Le abres un facebook a tu otro yo, tu otro yo tiene twitter y dice cosas sin pensar, sin auto censurarse. Tu otro yo tiene blog y escribe sin pausas, lo escribe tan como lo imagina sin preocuparse por la forma, los puntos, los qué dirán y el resto de vicios que la identidad propicia. De pronto de gusta ser tu otro yo y crees que vivir en él es mejor que ser tú mismo.
Un día te levantas harto de todo y decides poner punto final a tu frankenstein pero te detienes. Matarás a tu creación pero algo te lo impide. Recuerdas que decidiste hace algún tiempo hace que tu vida real se parezca cada vez más a la vida de tu otro yo. Quieres evaluar si lo has conseguido pero crees que no valdrá la pena. Entonces solo queda escribir un post donde recuerdas cómo empezó todo. Y en el punto final acabar con tu creación. ¿Serás capaz?